martes, 12 de mayo de 2009

      QUÉ ES LA ASTROLOGÍA

Aún en esta época, pleno siglo XXI, el que se dedica al estudio de la Astrología, o peor cuando es Astrólogo, produce en la gente un sinnúmero de reacciones, desde el escepticismo, sonrisas, burlonas o no, curiosidad, hasta la respuesta agresiva, inexplicable.

Algunas sonrisas que expresan un “¡ qué bueno! ”, o “...yo soy del mismo signo que fulanito, pero no tengo nada que ver con él? ”, o “¡Dios mío! ¡Otro chiflado! ”... e inmediatamente después comienza la puesta en marcha del operativo, probémoslo, a la vez que “…a lo mejor algo me dice” y surge el bombardeo: “ A ver... adivina de qué signo soy” “ También tiras las cartas ¿cierto? ”; “ ¿¡Y la lechuza!? ”; “ ¿Los de Sagitario se llevan bien con los de Virgo? ”... y así sigue, y sigue, lo hemos oído tantas veces que suena a figurita repetida.

Ahora bien, cada vez que sucede llego a la misma conclusión: que la gente, en general, tiene una idea equivocada sobre la Astrología y no sabe en verdad de qué se trata. Por supuesto que el mundo se ha ocupado de trasmitir lo que creemos que es la Astrología, trasmisión que chico favor le hace a este saber milenario, y que resulta tan útil como camino de autoconocimiento, del sentido, del significado de lo que nos pasa o nos deja de pasar.

Lo cierto es que en plena era de la información y las altas tecnologías, la difusión del conocimiento deja mucho que desear y es bastante pobre aún. Por ello mi intención es comenzar a tratar de clarificar este tema de la Astrología, para así poder aprovechar la gran ventaja que nos brinda, como herramienta para nuestra vida.

La astrología, es una ciencia simbólica, antecesora de la astronomía, tan antigua como el alfabeto, y patrimonio de sociedades tan antiguas como los Sirios y los Caldeos, se acuerdan de historia, esa civilización que se ubicó entre los ríos Éufrates y Tigris, la de los jardines de Babilonia, una de las siete Maravillas del mundo.

Se ha practicado desde tiempos inmemoriales, en culturas tan distintas como la hindú, la china, la egipcia y las culturas pre-colombinas, se ocupa del estudio de las relaciones entre las configuraciones celestiales y los acontecimientos terrenales, sean éstos personales, sociales o naturales, siguiendo el principio de: “Como es arriba es abajo”

Es probable que la astrología haya surgido a partir de la necesidad del hombre de orientación. Antes de la brújula, los navegantes se orientaban -y también lo hacen hoy- por las posiciones celestiales. Esta necesidad de orientación no era sólo geográfica, sino y ante todo existencial: en medio del laberinto de incertidumbres que configuran la existencia terrenal, el cielo muestra un modelo de orden y de regularidad en la constancia de los ciclos día-noche, de las estaciones, de las fases de la luna y así sucesivamente.

Estamos aquí en la tierra provisionalmente, y nuestro paso por la existencia es asimilable a un viaje. El tema del "viaje" y del "viajero" es tan antiguo que se pierde en la memoria de los tiempos, y se expresa en todas las culturas. Así recordamos la metáfora bíblica del "pueblo elegido" en exilio, en busca de la "tierra prometida" y también la Odisea homérica.

Ahora qué significa ese viaje para cada uno de nosotros, por qué viajamos, qué significan los hechos que nos suceden en ese viaje, qué puedo hacer con ello, para qué me sirven, son algunas de las preguntas que la Astrología ayuda a responder.

Los planetas -y en especial el Sol y la Luna- son viajeros que atraviesan diversas "estaciones" significadas por los signos del zodíaco. El "viaje anual" del Sol a través de los doce signos del zodíaco es asimilable a tantos temas míticos como Hércules y sus doce trabajos, o a imágenes simbólicas como la de Cristo entre sus doce apóstoles

Sabemos que venimos a realizar este viaje (esta vida) para lograr ser lo que nos corresponde ser, mediante la realización del aprendizaje correspondiente.

Al decir esto surge automáticamente la pregunta, “...si hay un destino prefijado, a dónde queda el libre albedrío?...”

No habría un destino prefijado, sólo habría un aprendizaje prefijado, de allí que del correcto uso que hagamos de nuestra libertad (libre albedrío), surgirán las situaciones destinales (destino), que siempre están dispuestas a ayudarnos a realizar la tarea de aprendizaje que nos corresponde.

Entendido de esta manera, no existe el destino adverso, el destino siempre es una oportunidad, para que podamos hacer la tarea de la mejor manera posible. Realmente resulta muy grato poder convencerse que aún lo más terrible significa una gran oportunidad.

La astrología, pertenece al reino de lo simbólico, por eso decimos que es una ciencia simbólica: el astrólogo estudia a los planetas como símbolos de experiencias esencialmente humanas (o de maneras fundamentales de categorizar las experiencias). Así, para el astrónomo Venus es un planeta relativamente cercano al Sol, con una determinada constitución material, mientras que para el astrólogo Venus simboliza la fuerza de atracción que se expresa en el amor, en la aspiración a la armonía, en la apreciación de la belleza, en la búsqueda del acuerdo, en el encuentro con el otro.

Desde esta concepción resulta claro que la Astrología no es, ni será, una disciplina científica, lo cual no la invalida, en absoluto. De dónde surge la exigencia de la necesidad de lo científico, por qué lo científico es lo valioso y lo que no es científico carece de valor?. Al fin y al cabo ni la filosofía, ni el arte, ni la religión, ni la sicología, ni la búsqueda de la felicidad son actividades "científicas", ni tienen por qué serlo.

La astrología parte de un posicionamiento ante la existencia, esencialmente no-científico: el presupuesto de que en el cosmos hay una serie de "afinidades" o "similitudes", de tal manera que "todo" resuena en "todo". Dicho de otra manera, el modo de enfoque "causal" es inoperante en la astrología. ¿Esto haría que la astrología carezca de validez? En absoluto, si por validez se entiende capacidad de "orientación" y "reconocimiento". Así, el tema natal (es decir, el mapa de las posiciones de los planetas del sistema solar para el momento y lugar del nacimiento) se constituye en un "símbolo" que preside, orienta y configura el propio desarrollo y, si se quiere decir, el propio "destino".

De su conocimiento, surge el sentido, y por ende surge la posibilidad de comprender el significado, pudiendo redimensionar su aprovechamiento. De allí que aún lo más doloroso, lo más incierto, lo más dudoso, puede constituirse en la gran oportunidad transformadora de nuestra vida.

María Cristina

No hay comentarios:

Publicar un comentario